El sábado 4 de este mes fue electo el presidente del Partido Acción Nacional (PAN) Manuel Espino como nuevo dirigente de la Organización Demócrata Cristiana de América (ODCA). La organización más grande de la derecha en Latinoamérica, la cual congrega 33 partidos y que se encuentran en 25 países, será dirigida por un miembro de El Yunque, esta organización secreta de ultra derecha donde se encuentran los políticos más reaccionario de este país.
Manuel Espino fue el responsable directo de la campaña del miedo y odio del PAN en las elecciones presidenciales del 2006, en la cual los resultados fueron la polarización social. Con base en la calumnia se construyo lo que el publicista Nazi Joseph Gebbels proclamaría como un principio de la propaganda política “una mentira repetida mil veces, se convierte en verdad”.
Lo delicado del asunto es que este personaje tendrá ingerencia en las decisiones que tomen muchos de los partidos de derecha en Latinoamérica, lo que podría provocar la polarización social en muchos países, además de tener posibilidades de extender la organización nacional de ultraderecha hacia una organización internacional.
En lugar de que México pudiera exportar un proyecto progresista hacia Latinoamérica, se esta exportando lo peor de la política mexicana, en momentos donde los países latinoamericanos están consolidando proyectos sociales de gobierno, donde apoyan mercados comunes, integraciones regionales, nosotros tenemos un gobierno de derecha con muchos problemas de legitimidad, con un modelo de gobierno que tiene por lo menos 24 años de demostrar su ineficacia y un futuro en las mismas condiciones.
La influencia que están ejerciendo los Estados Unidos de Norte América es tan grande que estamos siendo arrastrados, en la dirección contraria, ahora nos encontramos más alejados de los intereses sociales de los latinoamericanos, si con la victoria de Andrés Manuel López Obrador íbamos a dar el ultimo estirón, que cambiaria por fin el mapa político para los latinoamericanos, con Manuel Espino en la ODCA estamos pidiendo que nos dejen solo con el gigante yanqui.
Con la llegada de la izquierda en México se podría haber repensado la situación geoestratégica con Latinoamérica, volver la mirada hacia el sur, concretar alianzas con las economías emergentes y al mismo tiempo, claro, sin dejar de llevar nuestros intereses a la mesa de negociación con los Norteamericanos, que es nuestro principal socio comercial, pero que dista mucho de tener los intereses y las raíces que nos unen con los países Latinoamericanos.
Parece que el dicho que dice que los mexicanos son como los cangrejos en la cubeta, cuando uno quiere salir otro le impide el paso jalándolo, lo estamos exportando a otros países, no conformes con relegar el avance de la sociedad mexicana hacia una mayor equidad social, Espino buscara que esos avances que en muchos lugares se están dando se detengan o se reduzcan.
El mandato del Vicente Fox será recordado, entre muchas de sus infortunios, por la mala conducción de las relaciones exteriores de su periodo, su relación con las naciones latinoamericanas pude ser visto como la acción del esquirol latinoamericano, defendiendo los intereses de los Norteamericanos.
Sus exabruptos pasaron por naciones tan variadas como Chile, cuando el gobierno mexicano no pudo conseguir la dirección de la Organización de Estados Americanos, con Cuba, que se sintetiza en la tristemente celebre frase “comes y te vas”, con Argentina, en el diferendo verbal, con Venezuela, donde se rompieron relaciones diplomáticas (las cuales siguen congeladas hasta la fecha).
La posición del Estado mexicano ha sido más de tapete que de defensor de los interese nacionales, el estado se ha aliado con los pequeños países latinoamericanos que en gran medida se encuentran bajo el poder norteamericano, países neocoloniales, en lugar de buscar acuerdos con el bloque donde se encuentra la mayoría de la población latinoamericana el Mercosur.
La unidad con Latinoamérica se debe hacer por muchos motivos, entre los que se destacan, la situación de vulnerabilidad ante los intereses norteamericanos, la depredación de la cultura nacional y regional, compartir la soluciones ante problemáticas similares, y en fin la fraternidad entre poblaciones agraviadas por generaciones.
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